Ya hemos visto que la cavidades presentan una condiciones termodinámicas que son ideales para que en su atmósfera haya un equilibrio que llamamos de "tipo difusivo". Por otro lado se ha comprobado que la acumulación del anhidrido carbónico (que es más denso que el aire) ocurre con preferencia en las zonas más profundas y aisladas de la misma, pasando de una concentración del 0,1% a 0,3%, cuando en la atmósfera epigea es del 0,03%. Al mismo tiempo, hay una tendencia en la atmósfera hipogea a enriquecerse en nitrógeno y empobrecerse en oxígeno.
La temperatura de la atmósfera de una cavidad no experimenta ningún cambio entre el día y la noche; anualmente la variación es muy pequeña, siendo prácticamente nula en las zonas profundas de la misma. De igual modo la atmósfera hipogea presenta un contenido en vapor de agua mayor, en la mayoría de los casos, que el de la atmósfera epigea.
Esta última cuestión es muy importante, porque del contenido de humedad va a depender el que haya vida o no en una cavidad. Las calizas, donde se desarrollan los fenómenos kársticos, aunque son impermeables tienen unas carácteristicas morfológicas muy interesantes: son rocas que se suelen presentar muy fisuradas. A través de estas fisuras entra el agua (este fenómeno se le llama "percolación" y al llegar a zonas profundas se pone en contacto con la atmósfera de la cavidad manteniendo el grado de humedad de la misma y favoreciendo al mismo tiempo el arrastre del CO2.
La temperatura del aire de una cavidad experimenta un descenso durante su proceso de humidificación, alcanzándose su temperatura final cuando se satura de vapor de agua; pero esta temperatura no va a coincidir con su temperatura de rocío que corresponde a las condiciones iniciales del proceso porque este ha ido ganando en humedad durante el transcurso de su transformación. Esta transformación tiene un carácter adiabático y se la denomina "temperatura de saturación adiabática".
(*) En la foto de arriba, una de las salas de la zona turística de la Cueva de Nerja. Esta cavidad ha sufrido como pocas el impacto de su apertura al turismo. Uno de los fenómenos más apreciables es su progresiva desecación en el transcurso de los años y su contaminación por algas y musgos. Foto archivo del autor
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