viernes, 27 de marzo de 2009

PRUEBAS DE LA EVOLUCION ( III )


Si semejanza indica parentesco, suponemos que entre reptiles y mamíferos, por ejemplo, existe parentesco; actualmente no hay animales con características intermedias que permita relacionarlos. Sin embargo, en muchos grupos, existen tales formas intermedias; existe una serie que enlaza peces y anfibios: los crosopterigios, subclase de peces de la clase de los coanictios, aparecidos en el Devónico con cráneo parecido al de los anfibios. También hay un grupo intermedio entre reptiles y aves.



La Paleontología nos suministra formas intermedias entre grupos actualmente individualizados; esas formas intermedias son importantes. En el grupo actual de los reptiles y en el de los mamíferos, las formas intermedias serían las que establecen una transición de una manera rotunda. Pero esto no es tan sencillo porque en la Naturaleza actual esas formas intermedias se han extinguido. Pero existen otras formas que son las sintéticas, aparte de las intermedias; actualmente los distintos grupos de carnívoros muestran entre sí diferencias acusadas. Pues bien, durante el Eoceno y el Oligoceno existieron unos carnívoros en los que se reunían las características de los distintos grupos actuales, tomando formas sintéticas en el sentido de que sintetizaban caracteres que vemos hoy día segregados.



Otra prueba sería la existencia de órganos rudimentarios regresivos; si tomamos una serpiente pitón adulta, veremos que no hay restos de extremidades; sin embargo, los embriones tienen extremidades formadas antes de la eclosión del huevo. La ballena no tiene dientes, pero sus embriones tienen rudimentos de dientes; una ballena adulta tiene restos de extremidades; su explicación es la evolución. Las ballenas actuales derivan de formas que tenían extremidades normales y dientes normales; lo que ha ocurrido es que se han perdido y han quedado órganos regresivos.



Uno de los principios metódicos básicos de la Anatomía comparada consiste en distinguir las semejanzas entre órganos en dos grandes tipos: una semejanza "homológica" y una semejanza "analógica". Un ejemplo típico para diferenciar estos dos conceptos es el de las extremidades de los vertebrados. Si comparamos, por ejemplo, las aletas de un pez con las de un defín o una ballena, nos sorprende la semejanza externa de unas y otras. Pero, si profundizamos en el análisis y observamos la estructura ósea de unas y otras veremos desvanecerse la semejanza. El esqueleto de las aletas de las ballenas y los delfines sólo difiere en pequeños detalles del de cualquier mamífero terrestre típico. En cambio, el esqueleto de la aleta de los peces varía enormemente.



Las semejanzas externas entre las aletas del pez y las de la ballena se explican fácilmente como una adaptación funcional a la natación. A estos órganos se les llama "análogos". Por el contrario, las aletas de la ballena y las extremidades del resto de los mamíferos son órganos "homólogos". Igualmente existen casos ilustrativos. Las alas de aves y murciélagos son "análogas"; sin embargo, las alas de los murciélagos y las extremidades pentadáctilas (cinco dedos) de los demás mamíferos son "homólogas". Las semejanzas profundas entre los organismos son las "homológicas" y no las "analógicas", de manera que sólo sobre aquellas es posible establecer una clasificación natural.



En definitiva, la Anatomía comparada tiene como objeto el estudio de las homologías, y éstas vemos que sólo pueden interpretarse correctamente aceptando que los seres vivos descienden unos de otros.



(*) Arriba a la izquierda, dibujo que muestra las semejanzas analógicas entre las alas de un insecto, un ave y un murciélago.

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