lunes, 2 de junio de 2008

Las condiciones climáticas en las cavidades. Factores abióticos (1)


Ya hemos dicho anteriormente que cuando hablamos del Medio Subterráneo, podemos afirmar que es carácterística común de este la uniformidad de sus condiciones de existencia; al contrario de lo que ocurre en el medio epigeo, la humedad, la falta de luz, temperatura, tranquilidad y composición del aire se mantienen prácticamente constantes. Uno de los atributos más importantes del ambiente subterráneo es el elevado grado de humedad alcanzado por el aire, que se mantiene saturado de vapor de agua o próximo a la saturación.


Normalmente el aire se mantiene quieto en el interior de las cavidades subterráneas; pese a que la temperatura varía a veces considerablemente de unas cavidades a otras en función de la altitud sobre el nivel del mar, latitud geográfica, emplazamiento, orientación de la boca, etc, lo cierto es que dada la escasa conductibilidad calorífica de las rocas y la falta de corrientes de aire (esto no siempre), las variaciones diurnas y hasta estacionales de temperatura son mínimas e incluso dejan, a veces, de apreciarse en las zonas profundas de una determinada cavidad, que puede por tal motivo considerarse como térmicamente estable.



A este respecto se conoce muy bien la afirmación de muchos autores de que la temperatura del aire y de las aguas de infiltración se mantiene prácticamente constante en el dominio cavernícola, correspondiendo en la generalidad de los casos a la media anual de la superficie. Bien es verdad que en algunas cuevas y como consecuencia del movimiento anormal del aire las variaciones térmicas estacionales pueden alcanzar algunos grados de amplitud. En cuanto a la humedad, la experiencia nos ha demostrado que en la gran mayoría de las cavidades y si nos fijamos en las zonas profundas de ellas, las condiciones de humedad que en ellas se dan, no importa cuales sean las temperaturas ambientales, coinciden con las de saturación.



(*) La boca de una cavidad es como el pulmón por medio del cual esta respira. Cualquier alteración de la misma puede traer consecuencias imprevisibles; algunas bocas son de unas dimensiones gigantescas. Arriba podemos ver la boca de Hundidero, en el sistema Hundidero-Gato. Fotografia, archivo del autor. Año 1981





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