miércoles, 24 de septiembre de 2008

Toma de datos en una cavidad (I)




Mis inicios espeleológicos fueron la práctica de la espeleología desde su vertiente deportiva; esto era algo lógico, porque la espeleo es fundamentalmente un deporte, que además se practica en contacto con la naturaleza. Pero ya he dicho antes en este blog que para mí no era suficiente; la exploración me gustaba, sin duda, pero me interesaba mucho el aspecto científico de la espeleo. Me sentía atraído por la Bioespeleología y por la Espeloclimatología, pero no sabía cual elegir.



Al principio me incliné por la Bioespeleología; en el grupo de espeleología al que yo pertenecía entonces sito en la calle Tejón y Rodriguez de Málaga había un compañero, Antonio Gil Algaba, que ya se dedicaba a esto aunque con las carencias y dificultades que se tenían por aquella época. Carencias en todo tipo de material como lupas, microscopios, pinzas, libros de claves para identificación de especies, etc. A esto se añadía la dificultad en poder contactar con especialistas, y que en la Málaga de 1970 no se había creado todavía la Universidad y por lo tanto no había una Facultad de Ciencias.




Por eso, ya en 1972, había tomado la decisión de dedicarme también a la Espeloclimatología; en ello influyó ( y mucho) las visitas a diferentes cavidades que hice con Simón A. Carmona y de León-Sotelo, desgraciadamente fallecido el pasado mes de Julio de este año 2008. Simón, probablemente debido a su profesión, se venía interesando desde hacía ya algún tiempo por el estudio de las condiciones medioambientales en el mundo subterráneo; también, ya en aquellas fechas, pude leer las publicaciones de Adolfo Eraso (La corrosión climática de las cavernas) y de otros autores.Yo, que desde pequeño me había sentido atraído irresistiblemente por la observación de los fenómenos meteorológicos y por el seguimiento del clima en general y de Málaga en particular, no tardé en identificarme con los trabajos de Simón y Adolfo Eraso. Entonces pude darme cuenta de que un estudio climático de una gruta no era sólo medir la temperatura y la humedad de la misma; era algo mucho más complejo.



Desde aquellas fechas he venido compaginando las dos actividades, aunque tengo que confesar que en los últimos años me he dedicado más a la Espeleoclimatología que a la Bioespeleología, y esto a pesar de mi paso por la Facultad de Ciencias de Málaga donde estudié Biológicas; y aunque he publicado algún que otro trabajo sobre Bioespeleología, la mayoría de los últimos han sido sobre estudios climáticos en cavidades. La mayoría de ellos los he realizado en la provincia de Málaga, aunque también hay algunos de cavidades ubicadas en las provincias de Córdoba, Granada, Cádiz y Sevilla.




La toma de datos climáticos en una cavidad es una tarea que requiere paciencia y que lleva mucho tiempo; son muchos los que hay tomar: temperatura, humedad, presión, etc. Además, estos datos se toman tanto en el medio sólido (suelo, roca), aéreo (aire) y liquído (agua). Por otro lado, cuando queremos hacer un estudio más completo nos interesa conocer otros parámetros como ph del suelo y del agua, dureza del agua, presencia de nitritos, etc. Para ello necesitamos un instrumental que en algunos casos es caro aunque actualmente no difícil de encontrar: psicrómetro, termómetro, barómetro-altímero, etc. Finalmente, todos estos datos hay que interpretarlos y, en algunos casos, necesitamos efectuar cálculos mediante fórmulas para llegar a un resultado. A partir de aquí voy a ir exponiendo todos esos trabajos; algunos ya los he publicado, otros son inéditos. Espero que os resulten interesantes.



(*) Arriba el autor tomando unos datos para el estudio climático de la Cueva La Alquibla (Benalmádena). Foto archivo de Angel Muñoz Marín.







martes, 23 de septiembre de 2008

Factores abióticos ( Y 3)


Ya hemos visto que la cavidades presentan una condiciones termodinámicas que son ideales para que en su atmósfera haya un equilibrio que llamamos de "tipo difusivo". Por otro lado se ha comprobado que la acumulación del anhidrido carbónico (que es más denso que el aire) ocurre con preferencia en las zonas más profundas y aisladas de la misma, pasando de una concentración del 0,1% a 0,3%, cuando en la atmósfera epigea es del 0,03%. Al mismo tiempo, hay una tendencia en la atmósfera hipogea a enriquecerse en nitrógeno y empobrecerse en oxígeno.


La temperatura de la atmósfera de una cavidad no experimenta ningún cambio entre el día y la noche; anualmente la variación es muy pequeña, siendo prácticamente nula en las zonas profundas de la misma. De igual modo la atmósfera hipogea presenta un contenido en vapor de agua mayor, en la mayoría de los casos, que el de la atmósfera epigea.


Esta última cuestión es muy importante, porque del contenido de humedad va a depender el que haya vida o no en una cavidad. Las calizas, donde se desarrollan los fenómenos kársticos, aunque son impermeables tienen unas carácteristicas morfológicas muy interesantes: son rocas que se suelen presentar muy fisuradas. A través de estas fisuras entra el agua (este fenómeno se le llama "percolación" y al llegar a zonas profundas se pone en contacto con la atmósfera de la cavidad manteniendo el grado de humedad de la misma y favoreciendo al mismo tiempo el arrastre del CO2.


La temperatura del aire de una cavidad experimenta un descenso durante su proceso de humidificación, alcanzándose su temperatura final cuando se satura de vapor de agua; pero esta temperatura no va a coincidir con su temperatura de rocío que corresponde a las condiciones iniciales del proceso porque este ha ido ganando en humedad durante el transcurso de su transformación. Esta transformación tiene un carácter adiabático y se la denomina "temperatura de saturación adiabática".
(*) En la foto de arriba, una de las salas de la zona turística de la Cueva de Nerja. Esta cavidad ha sufrido como pocas el impacto de su apertura al turismo. Uno de los fenómenos más apreciables es su progresiva desecación en el transcurso de los años y su contaminación por algas y musgos. Foto archivo del autor