Releyendo el libro de Charles Darwin "El origen de las especies" publicado en 1859 entresaco de él, porque me parece muy interesante, el siguiente párrafo: "El hombre y todos lo demás animales vertebrados han sido construídos según un mismo modelo general, pasan por las mismas etapas iniciales de desarrollo y conservan ciertos vestigios comunes. Por tanto, hay que admitir sin reservas su común origen. Tan sólo nuestros prejuicios y la arrogancia que hizo decir a nuestros antepasados que descendían de semidioses fue lo que nos impidió llegar a esta conclusión. Pero pronto llegará el día en que nos sorprendamos de que los naturalistas que estaban familiarizados con la estructura y el desarrollo comparado del hombre y los demás mamíferos hayan creído que somos el resultado de una acto aislado de la creación".
Traigo aquí a colación este párrafo porque es posible que algunos no sepan o hayan olvidado que la polémica evolucionista conmovió la sociedad del siglo XIX e incluso de la primera parte del XX. Hubo muchas personas, pensadores, científicos, e incluso gente corriente que consideraron un insulto imperdonable a la raza humana la inclusión, por parte de Darwin, del hombre en la comunidad de descendencia de los mamíferos, lo que provocó un aluvión de protestas. La idea de un mundo en evolución fue aceptada por la mayoría de los científicos; también aceptaron la idea de la comunidad de descendencia, aunque en este caso hubo muchos de ellos que insistieron en excluir al hombre de este linaje común. Pero donde hubo una disputa muy fuerte, incluso agria, fue en aceptar la idea del "gradualismo"; ni siquiera Huxley, a quién se llamó "el bulldog de Darwin" por su defensa a ultranza de la mayoría de los puntos de la nueva teoría se atrevió a tanto y por ello no aceptó el origen gradual de los tipos superiores ni de las nuevas especies.
Posiblemente uno de los mayores enfrentamientos en el plano sobre todo espiritual tuvo lugar entre Charles Darwin y Alfred Russel Wallace. Ya he dicho en este blog que Wallace había llegado a la idea de la Selección Natural, si no antes que Darwin, sí en menos tiempo; Wallace creía en la idea de la Selección Natural de una forma absolutamente ortodoxa, era un teórico especialmente ortodoxo. En este sentido podríamos decir que era más papista que el Papa, pues era más darwinista que el propio Darwin y así se iba a manifestar en su obra publicada en 1889 titulada "El Darwinismo". Puesto que Darwin había modificado algo sus tesis a raiz de los ataques y objeciones que había recibido por la publicación de su obra "El Origen de las Especies", él va a tomar como algo personal y como un deber moral defender el papel de la Selección Natural en el proceso de la evolución porque veía que Darwin lo dejaba un poco de lado e incidía más en el uso o desuso del órgano y en la "acción directa". Alfred Wallace le va a reprochar a Darwin no defender lo suficiente la selección natural y dice lo siguiente: " Cualesquiera que sean las causas que intervienen, la Selección Natural es reina soberana". A pesar de todo esto, Darwin y Wallace mantienen una extensa correspondencia e intercambian ideas; en 1856 Darwin escribe a Wallace y le comenta: "Por lo que se refiere a su artículo publicado en Annals, estoy de acuerdo con casi todo lo que se dice en él, y creo que coincidirá conmigo en que rara vez se encuentra una persona que esté de acuerdo casi totalmente con un artículo teórico de otro".
Pero hay un punto que va a provocar un enfrentamiento, un total desacuerdo entre Darwin y Wallace y que le va a llevar a separarse: el origen del hombre; este último lo va a exponer claramente en su libro "El Darwinismo". Wallace no puede aceptar que las facultades intelectivas superiores humanas sean producto de la Selección Natural; pero esto es algo que ya lo había expresado en una comunicación presentada ante la Sociedad Antropológica de Londres titulada "El origen de las razas humanas". En la evolución del hombre va a distinguir dos etapas y sólo en la primera admite la Selección Natural, que no cuestiona, pero dice que ella no puede dar cuenta por si misma del origen de la consciencia, de la naturaleza moral e intelectual del hombre. Por eso explica que en una segunda etapa la evolución continúa de una manera muy diferente. Para Wallace el cerebro del hombre prehistórico, por ejemplo, experimenta un desarrollo que es previo a sus necesidades y por lo tanto este no podría haber sido adquirido por la Selección Natural ya que esta no interviene, porque si lo hubiera hecho eso equivaldría a admitir que favoreció el desarrollo de un órgano que no servía para mucho. Por otro lado, respecto a si las facultades intelectuales y morales podrían haber sido desarrolladas por la Selección Natural, Darwin no va a opinar sobre ello.
Alfred Wallace no cree que la teoría de Darwin pueda explicar totalmente los fenómenos mentales y así lo va a explicar en su trabajo "Contribuciones a la teoría de la Selección Natural", publicado en 1871. En todo caso va a existir la duda de si él cambió de pensamiento con el tiempo o si hubo una continuidad en sus posiciones; es cierto que entre 1858 y 1864 no va apublicar ni a decir una sola palabra que funcionalmente concrete el modelo darwiniano de la Selección Natural para el hombre; sin embargo sabemos que le manifestó a Darwin en 1869 que su nueva visión era únicamente como resultado de su nueva creencia en el espiritismo. La fuente de información es una carta que le dirigió con fecha 18 de Abril de 1869 en la que le dice: " Puedo comprender sus sentimientos con respecto a mi opinión no científica respecto al hombre; mis opiniones sobre el tema han sido modificadas únicamente por el exámen de una notable serie de fenómenos físicos y mentales que demuestran la existencia de fuerzas e influencias aún no reconocidas por la ciencia". El enfrentamiento estaba servido y como ya he dicho en otro lugar de este blog, cuando Darwin tiene la confirmación del informe que va a presentar Wallace a la Sociedad Antropológica de Londres, se llena de gran inquietud y el 27 de Marzo de 1869 le envía una carta a las Indias Orientales donde le ecribe su célebre frase: "Confío en que no habrá asesinado del todo a nuestro hijo común".
Pero Wallace cometería algunos errores que a la postre le ocasionaría su ostracismo en el mundo científico: mezclar las churras con las merinas, como diría el clásico. Derivó hacia posiciones espiritualistas e incluso espiritistas y por eso no niega que el mismo va adesempeñar un papel determinante en sus reflexiones y conclusiones sobre el evolucionismo; algunos científicos llegarían a pensar que inventaba dificultades con objeto de justificar sus creencias. Pero también es cierto que las creencias personales, la ideología, suelen intervenir en la ciencia, aunque una cosa es tenerlas, creer en ellas, y otra diferente es convertirse en un militante de las mismas; y esto es imperdonable en el mundo de las ciencia. Incluso infringió una fregla ética según la cual "un hombre no debe exponer de una manera tan evidente sus convicciones personales". La sociedad se lo hizo pagar y él, aunque tarde, comprendió su gran torpeza.
Más tarde haría esta reflexión: " Estoy persuadido de que la escasa autoridad que pude haber adquirido en otros tiempos en los debates relativos a la filosofía de la Historia Natural ha recibido un golpe lamentable". Pero todo ello no es obstáculo para reconocer que Alfred Russel Wallace fué un gran científico y hoy su retrato cuelga junto al de Darwin en la Sociedad Linneana de Londres.
(*) Arriba a la izquierda, caricatura de Charles Darwin en un apublicación de la época que lo presenta como un mono aludiendo a su teoría sobre la evolución de las especies. Con ella causó un duro golpe a la autosatisfacción narcisista humana.