jueves, 22 de mayo de 2008

Una vida solitaria entre tinieblas (2)




Como hemos podido ver hasta ahora, el que podemos llamar "reino subterráneo" cuida de alguna manera del aprovisionamiento de las substancias alimenticias indispensables para sus moradores; la materia orgánica no siempre es tan escasa como se podría pensar, pues además de la murcielaguina tenemos que contar con los restos orgánicos arrastrados por el agua al interior de la cueva. Por otro lado, ya tendremos ocasión de hablar de una fuente muy importante de nutrición: la arcilla


Como consecuencia biológica de la obscuridad se presenta la atrofia o total despigmentación de los ojos de los animales auténticamente cavernícolas. Este fenómeno lo experimentan, por ejemplo, los crustáceos que viven en las zonas subterráneas de los suelos pantanosos, que en ocasiones son totalmente ciegos. Esto se aprecia también en los isópodos en su traspaso desde la superficie a la obscuridad, según encontremos al ejemplar en el acceso a la cueva o bién en el interior de la misma. Los ojos de la formas videntes son pequeños y pigmentados, en tanto que han desaparecido en las especies cavernícolas sin dejar rastro.


En cuanto aparecen en las cuevas animales anfibios como las salamandras, por ejemplo, podemos comprobar que muestran en diversos grados la atrofia de su vista llegando incluso a la ceguera más absoluta. El hecho de que los anfibios jóvenes tengan los ojos mucho más perfeccionados que los animales adultos radica precisamente en que experimentan el proceso de transformación en el período postembrionario.


La influencia de las condiciones del medio sobre la forma de vida, aspecto corporal y funciones orgánicas, queda demostrada de manera patente en los insectos subterráneos, especialmente en los que viven en las cuevas de los macizos montañosos europeos, que son ciegos en su mayoría, o disponen tan sólo de ojos rudimentarios; la carencia de luz les ha llevado a una extrema falta de pigmentación de sus caparazones quitinosos, lo que es un fenómeno que puede observarse en los crustáceos, ácaros, etc, de vida subterránea.


Las antenas de los coleópteros cavernícolas son más largas y llevan cerdas táctiles sobre los élitros y sobre el caparazón cutáneo; sus ojos se han atrofiado. La cabeza y el caparazón cutáneo de estos invertebrados experimentan una notable prolongación, predominando además en los mismos cierta tendencia a una contracción tras el primer anillo pectoral, unido al fuerte aumento en tamaño de la parte posterior del cuerpo (fisiogastria). Algunas características, como la logitud de las patas, la carencia de alas, la ceguera y la falta de pigmentos, que costaria rápidamente la vida de sus portadores si se encontraran al aitre libre, le hacen forzosa la existencia en cuevas y grutas y convierten a estos seres en prisioneros de sus moradas.





(*) Arriba, dibujo de anfibio cavernícola, el Proteo. Despigmentado y anoftalmo. Ilustración de "La Espeleología", de Ernst Bauer.


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